martes, abril 29, 2014

Tiempo Cotidiano VI



Noche por Temuco, y trato de encender un cigarro. La noche esta helada, más que ayer y mis manos se entorpecen en la acción. Tengo la punta de la nariz helada. La siento. Se puede escuchar a lo lejos, como suena la piedra de mi encendedor, hasta que logro encender el cigarrillo. Temuco, Temuco, de noche Temuco. solitario son las calles y a lo más se escucha un auto pasar muy lento por calles cercanas, pero que ahora y siempre, no logro ver. La neblina y el smog tampoco lo permite y todo toma un ritmo mas a pulso, mas al frío y de como te recuerda que estas presente. Casual, espontáneo y todo lo que hay entre medio, de forma tan sutil, que poco importa. Me detengo en busca de mi encendedor, porque con la humedad y el frío, mi cigarro ya se había mas que apagado. Estoy solo y el murmullo de la ciudad, donde solo distingo una calle que se pierde un poco mas allá, en la masa anaranjada de pasado, de lo estático, de lo visceral. 
Mis pasos se van acelerando, combatiendo al frío y cada vez van agarrando el bop del jazz, al timbre de una trompeta que se desgarra. Se quiebra y explota y trae consigo melancolia. Nostalgia; ese tempo, momentos de cordura. Temuco y el Jazz se aman. Mi respiración se hace cada vez mas pesada, pero ya comienzo a sentir un poco de calor en los pies. 

De la nada, sale de la neblina un tipo en una bicicleta, en dirección contraria al cual voy caminando. Anda despacio. No por la neblina, no por los autos. Sus manos tensas al manubrio y sus ojos entre cerrados, fijos, en alerta, pasa al lado mío y como un fantasma, que esta penado a deambular, no fui mas que un instante y lo veo desaparecer de nuevo, pero ahora él como fantasma.